Doctor Eduardo Barboza Besada
La Fundación Hipólito Unanue entregó el Premio Medalla de Oro Hipólito Unanue 2015 a Eduardo Barboza Besada, Profesor Emérito de la Facultad de Medicina de la Universidad Peruana Cayetano Heredia.
Mediante una nota de prensa con fecha 11 de noviembre, el Hospital Cayetano Heredia informaba de esta distinción.
El notable iqueño es ex alumno del Colegio San Vicente de Ica, miembro de la VI Promoción de Medicina 1968 de la UPCH y realizó Postgrado en el Perú y en EE.UU.
El Dr. Eduardo Barboza, fue premiado en la categoría Cirugía, es Doctor en Medicina, Profesor Principal y docente del Departamento Académico de Clínicas Quirúrgicas de la Facultad de Medicina Alberto Hurtado de la UPCH, miembro fundador de la Sociedad Peruana de Cirugía Endoscópica, ex Jefe del Departamento Académico de Cirugía de la UPCH, ex Presidente de la Academia Peruana de Cirugía y actual Miembro Correspondiente de la Academia de Medicina de Colombia. Miembro del Board de Gobernadores y Gobernador del Capitulo Peruano del American College of Surgeons. El Dr. Barboza es pionero en el uso de la cirugía laparoscópica en cirugía oncológica en nuestro país, iniciándola en 1992 en el INEN, antes que la mayor parte de centros oncológicos del mundo.
Este importante galardón es entregado cada tres años por la Fundación Instituto Hipólito Unanue, con el afán de reconocer e incentivar los méritos intelectuales, éticos, culturales, científicos, docentes y humanísticos de los profesionales de las ciencias de la salud en nuestro país, destacando su desempeño profesional y compromiso con la comunidad. Desde su creación la organización ha hecho entrega de 56 Medallas de Oro, distinguiendo a profesionales de cuatro disciplinas de las ciencias de la salud: Medicina, Cirugía, Odontología y Farmacia-Bioquímica.
En la ceremonia estuvo presente el Dr. Eduardo Gotuzzo Herencia, notable médico iqueño, Jefe del Departamento de
Enfermedades Infecciosas, Tropicales y Dermatológicas del HCH, destacado profesional de la medicina peruana, varias veces galardonado.
Junto al Dr. Barboza también fue distinguido el Dr. Freddie Williams Díaz.
"Considero que la competencia es el mayor
estímulo que pueden tener los seres humanos para ser mejores y volverse más productivos
pero eso en nuestro país es todavía muy difícil de aceptar" .
"La mayor satisfacción que he tenido a lo largo de los años de docencia, es ver como mis
alumnos han adquirido los conocimientos y destrezas necesarios que me llenan de
satisfacción y orgullo, triunfando en nuestro medio y en el extranjero, esto me hace sentir
que no hemos trabajado en vano".
"En el extranjero aprendí que la competencia obliga a los estudiantes a esforzarse cada día
más. Que no hay imposibles, Que si trabajas y estudias, consigues lo que quieres, porque
hay reconocimiento al esfuerzo y como tal es recompensado".
"Quienes viajen al extranjero a enriquecer sus conocimientos,
que lo hagan con el firme propósito de volver a su país a dar todo lo que esté a su alcance
para hacer del Perú un país mejor. Los necesitamos a todos".
¿Cuáles fueron sus motivaciones para estudiar Medicina y luego la especialidad de
Cirugía?
El día de mi titulación de médico cirujano, mi madre que era portadora de una enfermedad
neoplásica avanzada, me obsequió un cuadro en el que aparecía una frase escrita cuando
tenía cinco años de edad, con la caligrafía de niño y que a la letra decía “quería ser médico
para curar a mi papá y mamá”.¡Ironías de la vida!.Ese regalo me conmovió mucho porque
en realidad no me acordaba de haberlo escrito y era la comprobación de mi vocación de
médico que siempre estuvo en mí, aún cuando en mi casa las conversaciones se orientaban
al campo del Derecho que venía por la línea paterna. Sin embargo mis padres siempre me
apoyaron en mi temprana decisión personal.
En cuanto a la especialidad de Cirugía, recuerdo que siendo aún niño siempre me cautivó la
figura del doctor Augusto Hernández Mendoza, gran cirujano de mi tierra, elegante en el
vestir al visitar a sus enfermos, cuando alguna vez lo veíamos, esperándolo a la salida de la
sala de operaciones del entonces Hospital Obrero de Ica, al término de alguna operación a
un miembro de nuestra numerosa familia, lo hacía con su ropa de cirujano, causándome
gran impresión. Desde niño aprendí a poner inyecciones con las jeringas de vidrio y era el
“doctorcito” de la casa operando a las muñecas de mis hermanas
