Por Cecilia Oré
La Cometa, ese juguete casi mágico
capaz de volar entre nubes tiene un origen muy antiguo (más de 2,500 años en China) y es muy querido por
todos. Es una práctica sana e ideal para desarrollar
la creatividad y el gusto de trabajar con las propias manos.
Hoy en día, salir a espacios abiertos
con buenos vientos para volar cometas, es un entretenimiento capaz de reunir a miles de personas en los festivales que se realizan alrededor del mundo.
Para los que gozamos tener casi a
diario juegos al aire libre cuando niños, una cometa significa hacer memoria de
jubilosos días de infancia. Recuerdo que
no era nada difícil construir la clásica romboide. Era necesario conseguir algunas
monedas para comprar papel “cometa” de los colores preferidos y luego unos
palillos de caña para armar una cruz atada con pita de algodón y fijarla bordeándola con amarres. Buscaba el engrudo para
pegar en el armazón los papelillos de colores cortados. Y para darle el toque
final le pedía a la abuela o a la mamá unos retazos de tela para la cola de la
cometa. Una vez seca y lista ¡a correr y a volaaarrrr!!
¡Que bellos recuerdos¡
Este concurso no sólo nos regalará un
colorido espectáculo en el Balneario de Huacachina, sino que se dará oportunidad
a los niños de tener la experiencia que nosotros tanto atesoramos. Y a los más grandes… a volcar toda su
creatividad en hermosos aerodinos que contrastarán con las cálidas arenas y
celestes aires.
Celebro esta iniciativa de la
Biblioteca Abraham Valdelomar e invito a todos los iqueños a participar de un
especial día con el “Tayta Wayra”.
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