02 octubre 2015

Domingo de Ramos recibe homenaje por sus 30 años de actividad



Domingo de Ramos. (Foto: Víctor Idrogo/ Somos)



La Municipalidad de Barranco rinde homenaje a una de las voces más singulares de la poesía de los ochenta
A la hora del menú, pactamos. Quilca y Camaná. Un cruce que más parece un hito, un punto intangible, una zona de peligro. Domingo de Ramos dirige la maceración de su mirada hacia el tumulto imaginario, y ahí aparece la primera palabra fuera del verso: “Te estaba llamando, huevón”. 

La Municipalidad de Barranco ha organizado un programa para el viernes 2 de octubre. La ocasión: celebrar los 30 años de escritura poética del autor del mítico “Pastor de perros” (1993). Eso, para el poeta, es un trago más.

Después de esperar en el Queirolo por alguien que nos atienda –no obstante la presencia de uno de los grandes parroquianos y contertulios del recinto–, optamos por cruzar hacia Don Lucho o La Rockola. Hacía hambre. El menú llegaba con una porción de sancochado de col y lentejas con seco de pavita. La sopa iba enfriándose. Domingo de Ramos empezaba a contar su historia. 

TRIBULACIONES DEL JOVEN POETA
“Decidí suicidarme con la poesía”, sentencia Domingo de Ramos. “He entregado mi vida a ella aunque sea un género que nadie quiere reconocer”. Me subo a la nube de pesimismo del poeta y evocamos a Martín Adán, a César Vallejo, quienes se olvidaron de sí mismos por el verso. “La poesía implica miles de retos”, dice. “Descuidé mi futuro personal, profesional, político, por la poesía. La terquedad me acompañará a la tumba”. Cuenta ‘Mingo’ que el poco reconocimiento hacia los poetas por parte de la sociedad, las instituciones y el Estado, en un país como el nuestro, a veces deviene en insularidad, y “te convierte en un radical solitario”, que finalmente, termina su vida, en muchos casos, de manera penosa. 

Domingo llega a Lima con su madre desde Ica, región que poco a poco iba urbanizándose durante su infancia. En el colegio de San Juan de Miraflores, el poeta adolescente militaba en los primeros cuadros de izquierda escolar. Allí y en sus procesos interiores, como por ósmosis, alimenta la herida, la fractura, de ser provinciano en la Lima caótica, abrasiva. Devoraba cuanto libro sobre marxismo caía en sus manos, se instala de forma permanente en las bibliotecas públicas del distrito y del Cercado de Lima. La poesía lo comenzó a poblar como arañas imaginarias que devoran sus brazos y llegan a las entrañas. Conoce y se refugia en Vallejo, Chocano, Neruda y León Felipe en las ediciones clásicas de Losada. Se protege como dentro de un caparazón elaborado de vísceras de pájaro. Luego vino San Marcos. 

LA VOZ DE LOS OCHENTA
A los 20 años, en San Marcos, su impulso lector fue creciendo. Era una espuma dentada que corroía toda superficie. La confrontación política, la lucha en ese sentido, configuraba una olla común que estaba cocinando un semillero de futuros líderes partidarios. Domingo rompe con el marxismo dogmático y se une al grupo Kloaca. Una tribu poética radical y anarquista. No había formalidad de partido ni estructura jerárquica; las calles y las sombras de la creciente urbe, víctima y a la vez regodeante de desborde popular, eran, junto a la deriva y el hedonismo ilustrado, los principales matices que iban dando forma a las texturas identitarias de una nueva manera de afrontar la poesía.

"Kloaca fue un estado de ánimo. Nos encontramos individuos que queríamos arte y poesía para darle cara al sistema”, comenta De Ramos. “Continuamos una tradición que tenía en José Carlos Mariátegui, la vanguardia del siglo XX, el situacionismo, y otros movimientos culturales, sus principales ecos”. La ignorancia, el prejuicio y la cucufatería de cierto pensamiento, llevaron a colocar a Kloaka y sus actitudes, cercanos a dolosas campañas de desprestigio, vinculaciones con grupos terroristas o sugerencias para llevar a cabo internamientos psiquiátricos permanentes a cada uno de sus miembros. 

EL POETA TIENE LA PALABRA
Lima ha sido la madrastra de todos los poetas de provincia. Ciudad clasista, violenta, agresivamente aristocrática. Aún lo es. El estilo de escritura de Domingo de Ramos, ese aluvión sin respiro, la magia ezquizoide de su alquimia (anti) semántica, es a la vez, luz. "El poeta es un sismógrafo que percibe los mínimos movimientos, puesto que estos provienen de la calle, y es allí donde suceden las cosas". Hay una correspondencia, en ese sentido, entre el registro de su discurso y lo representado, ese palimpsesto de urbe y dolor que brota en cada esquina del barrio, una avenida transitada, o en el más oscuro e íntimo rescoldo del poder corrompido. “La velocidad y el caos se han transformado en estética, el desborde de los movimientos sociales, la enfermedad y los vicios que bullen en cada fragmento de Lima, se revelan en los textos”, ensaya.

La exploración de De Ramos no acaba. Empezó a dar forma a su voz en el volumen “Arquitectura del espanto” que comenzó a escribir casi a inicios de los ochenta pero recién publicado en el 88. “Pastor de perros” (1993), su segunda entrega, incluye ese trabajo de rapsoda insomne y alterado que es “A la hora del pay”, un poema-río que nos somete a las exigencias del precipicio, del final, de la degradación. Con “Ósmosis” (1996) gana el Copé de Plata. El cénit es el poema “China pop”. La poesía ya no puede maniobrar su propio equilibrio. Luego vienen “Las cenizas de Altamira” (1999), “Erótika de klase” (2004, Premio Poesía Erótica Carlos Oquendo de Amat), “Dorada Apocalypsis” (2009), “Demolido fuego” (2010) y “Cartas desde la azotea” (2011). Los “anochecidos y abrumados” de Domingo, como refiere Víctor Vich, nos dejan ante un universo fragmentado que nunca llegamos a comprender a cabalidad. En todo caso, el intérprete y testigo de aquella locura que en el verso se torna retrato, documento, representación, es el poeta. Un mártir entre los náufragos. 




A inicios de la militancia poético-política. 




El grupo Kloaca. (Foto: Archivo personal de Domingo de Ramos)


unto a la tumba de Paul Eluard. (Foto: Archivo personal de Domingo de Ramos)




(Foto: Archivo personal de Domingo de Ramos)

FUENTE: EL COMERCIO